19 de septiembre de 2021. Tres de la tarde. Tras más de 25.000 terremotos menores, un fuerte temblor sacude, con una magnitud de 4,5, la isla de La Palma, en el archipiélago de las Islas Canarias. Ahí, en ese momento, comienza la que es la erupción volcánica más reciente en territorio español. En una zona conocida como Cumbre Vieja, al sur de la isla, empieza a salir magma, gases y piroclastos. Cuando acabe la erupción, tres meses después, el volcán acabará llamándose Tajogaite.
Más de un año después, la lava ha dejado de salir por los nueve cráteres que conforman el conjunto volcánico de Tajogaite, pero los equipos de investigación continúan trabajando. Ya no al mismo nivel que durante la emergencia, pero no se puede perder tiempo: "Las emanaciones de gases carbónicos son elevadas en la zona costera de Puerto de Naos y La Bombilla, está prohibido entrar ahí, te puede originar la muerte", explica José Mangas, catedrático del Instituto de Oceanografía y Cambio Global y de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
El geólogo ha abierto el ciclo anual Colloquia que celebra el Instituto de Ciencia de Materiales de Madrid (ICMM), CSIC. Un evento en el que expertos y expertas de diferentes áreas se acercan al centro para contar los últimos avances en la investigación de su campo. De este modo, este miércoles 26 de septiembre decenas de personas han tenido la oportunidad de escuchar al geólogo explicar qué pasó en La Palma antes, durante y después de la erupción volcánica.
Porque, efectivamente, un enjambre sísmico (un conjunto de terremotos muy seguidos) ya estaba avisando de que algo ocurría debajo de la isla canaria. Durante la erupción el experto no se cansó de explicar a todo el que le escuchó que no se podía hacer nada para frenar el avance de la lava: “Ante un líquido de 1.200 grados no se puede hacer nada. En un segundo salían 10 metros cúbicos de lava”, recuerda al respecto. Ahora, con la perspectiva del tiempo, hay cosas que no han cambiado. La investigación sigue siendo más necesaria que nunca.
“Ahora estamos en el proceso posteruptivo”, explica el experto, que indica que bajo la isla siguen quedando cientos de millones de metros cúbicos de magma. De hecho, cifra en un 10\\\\\% la cantidad de lava que salió al exterior en 2021. Dentro queda el resto pero, ya sí, sin tanta presión en los gases que fuerzan su salida al exterior. “Cuando se produce la erupción es porque hay demasiado volumen de gas y líquido, eso presiona y, como quiere salir, las estructuras del edificio insular se rompen y se genera la fisura eruptiva, empieza a salir material y pierde presión”. Él pone un ejemplo muy gráfico con una olla a presión: cuando se quita la válvula salen gases, pero en el interior continúa el cocido.
¿Puede entonces volver a haber una erupción volcánica en la misma zona? La respuesta corta es que sí, pero siempre con matices: “Puede salir en cualquier momento, de aquí a cinco años o a 40 años. Eso va a estar ahí mucho tiempo. En la vida humana lo normal es ver dos erupciones volcánicas en Canarias”, indica. Por eso, insiste, es tan esencial tener controlada la zona del sur de la isla, con un riesgo vulcanológico mucho mayor que el norte.
De hecho sigue habiendo una importante zona de exclusión alrededor del magma, ya casi frío si se compara con la temperatura que alcanzó el pasado otoño. El Instituto Geológico y Minero de España (IGME), Involcán y el gobierno insular hacen mediciones diarias en puntos fijos y portátiles y han podido ver cómo aún hay muchas fisuras de las que salen gases y cómo en algunos puntos las temperaturas superan ampliamente los 300 grados, llegando a los 900 en el cráter. Sin embargo, muchos de estos gases son incoloros e inodoros, son una amenaza que no se ve. Y eso, unido al tiempo que ha pasado, hace que los vecinos de la zona se desesperen.
“Sigue habiendo más de 300 personas en hoteles”, reconoce Mangas, que cuenta que la zona más peligrosa es la de Puerto de Naos y La Bombilla, foco turístico en la isla antes de que todo esto pasara. La gente quiere recuperar su vida anterior a la erupción, y es normal, pero acercarse a esa zona les pone en riesgo de muerte. El catedrático lamenta que haya personas que se hayan saltado los controles: “No hubo muertes en la erupción, que no las vaya a haber ahora”, dice. El problema, de nuevo, es que no se puede saber cuánto tiempo se alargará esta situación: en el Teneguía, el volcán de La Palma que erupcionó en 1971, aún se registran salidas de gases tóxicos.
Aprendizajes
Mangas insiste mucho en que cuando un volcán comienza a echar lava no hay mucho que hacer, pero otras cosas las tiene clarísimas. “El proceso no ha muerto”, comenta sobre Tajogaite, para, enseguida, añadir: “puede estar activo decenas de años, pero mientras estén los organismos públicos podemos estar tranquilos”. A este respecto, celebra lo bien que funcionó el PEVOLCA (Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias): “Estamos en buenas manos”, incide.
La emergencia vivida ha permitido aprender mucho en materia científica, siendo además una oportunidad única para divulgar geología y vulcanología: “La ciencia ha demostrado su utilidad a la gente. Esto nos ha servido de experiencia, si viene otra [erupción] sabemos qué hacer. Pérdidas materiales seguirá habiendo, pero no ha habido pérdidas humanas”, reitera.
“Desde el punto de vista científico nunca hemos hablado tanto de geología en los medios”, comenta durante la charla, cuando reconoce que vivir esta erupción en directo fue casi un regalo: “Es un paraíso para la geología y la vulcanología”. Ahora científicos y científicas de prácticamente todas las áreas del conocimiento se afanan en estudiar lo ocurrido en La Palma a todos los niveles. Por ejemplo, debajo del mar hay casi tres hectáreas de magma solidificado, y ya se está observando cómo la flora y la fauna están volviendo. También se estudian los minerales, aunque con el riesgo de que las temperaturas siguen siendo altísimas.
El drama humano, sin embargo, no tendrá una solución tan rápida. Los vecinos no pueden volver a casas que ya no existen, y la solución no es clara. El científico lamenta que el año que viene haya hasta cuatro citas electorales, lo que influirá en las decisiones que tomen las administraciones. Habla de la ‘sorriba’, un vocablo canario: “Traes el suelo de la montaña, lo pones sobre el malpaís, y empiezas a plantar plataneras”, describe. “Se ha hecho toda la vida pero, ¿merece la pena? ¿Queremos volver a lo que teníamos antes?”, se pregunta, recordando que las plantaciones de plátanos "sobreviven gracias a las ayudas europeas". Al final, una reflexión: “Son tantos los problemas, van a durar tanto… y nunca se podrá dar a todo el mundo todo lo que pida”.
Puedes ver la charla completa en este vídeo:
-- Ángela R. Bonachera (text) andd Carlos Arroyo/Morgan (photo) - ICMM Comunication.
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