Elsa Prada: “El campo de los qubits topológicos basados en modos de Majorana necesita un salto cualitativo en la calidad de los materiales”

Es física. Es mujer. Es, sobre todo, una apasionada de su trabajo. Hablar con Elsa Prada transmite la fascinación que ella siente por su trabajo. Duda, claro, pero explica más claro aún. En 2022 recibió el premio al Joven Talento Científico Femenino 2021, otorgado por la Fundación Real Academia de Ciencias de España (FRACE) y Mastercard. Prada es científica titular en el grupo de Teoría de Materiales Cuánticos y Tecnologías Cuánticas de Estado Sólido. Aquí habla sobre todo ello.

¿Cómo describirías la materia condensada a alguien que no estudia física?

Dentro de la física, grosso modo, existen tres campos muy generales: uno, la física de lo muy pequeño, la física atómica y nuclear, a nivel del átomo y sus constituyentes. Esto se conoce como física de partículas o de altas energías y es, por ejemplo, lo que se investiga en los grandes aceleradores de partículas del CERN. Luego está la física de lo muy grande, que es el mundo del cosmos, la astrofísica: los planetas, la formación de estrellas, galaxias, etc. Y luego está la física en el medio, la física del tamaño del ser humano, de lo que nosotros podemos ver, tocar, aunque sea con microscopios y otros instrumentos avanzados de medida en laboratorios que caben en universidades o centros de investigación. Ni lo micro ni lo macro, es lo mezzo, esa es la escala de la física de la materia condensada, de la física de lo complejo.

Lo importante es que, cuando estudias la física de la materia, constituida por muchas partículas, precisamente porque estas partículas interaccionan entre sí, aparecen nuevas leyes de la física que no puedes deducir del estudio de sus constituyentes por separado (de los átomos o de los electrones). Son nuevas propiedades que llamamos emergentes, que aparecen cuando tienes un sistema complejo de muchas partículas interaccionando entre sí. Es ahí donde nos movemos nosotros.

Un dato interesante es que la popularización de este nombre se la debemos al famoso físico Philip Warren Anderson: antes esta rama de la física se llamaba del estado sólido, pero en su época se llegó a la conclusión de que este nombre se quedaba corto para describir y englobar todos los sistemas que se estudian en este campo (que no están sólo en estado sólido, sino también líquido). La rama de la materia condensada es realmente muy amplia: contiene lo que tradicionalmente se conoce como física del estado sólido pero también solapa con la química, la ciencia de materiales, la nanotecnología, la biofísica, la metalurgia, etc.  El campo de la física de la materia condensada es probablemente el más activo y grande de la física contemporánea. De hecho, un tercio de los físicos americanos, que son una buena representación de lo que sucede en el resto del mundo, se dedican a ella.

¿Cuál es tu trabajo en este campo?

Yo me dedico al estudio de las propiedades cuánticas de la materia, especialmente en materiales de baja dimensionalidad como cristales bidimensionales, nanohilos y puntos cuánticos. En los últimos años y junto con mis colaboradores, me he dedicado con especial intensidad al estudio de las fases topológicas de la materia y la búsqueda de modos de Majorana en nanohilos híbridos. En este tema, se combina el estudio de fenómenos como la topología, la superconductividad, el magnetismo, la espintrónica, etc.

¿Y qué es la mecánica cuántica?

Los objetos con los que típicamente interaccionamos a nuestro alrededor, como un lápiz, tiene propiedades que llamamos clásicas, como por ejemplo las descritas por las leyes de Newton. Ese es el mundo en el que vivimos como seres humanos. Pero si vamos a una escala espacial mucho más pequeña, atómica y subatómica, la física que  gobierna no es la clásica, sino la cuántica. La mecánica cuántica tiene leyes muy sorprendentes o exóticas para nosotros, porque no estamos acostumbrados a experimentarlas en nuestro día a día. 

En los últimas décadas los físicos nos hemos dado cuenta de que esas propiedades exóticas no son sólo interesantes o valiosas desde un punto de vista fundamental, sino que pueden tener aplicaciones fascinantes para la sociedad, lo que llamamos las tecnologías cuánticas. Una son los ordenadores cuánticos, pero hay muchas más. 

Háblame ahora de tu carrera investigadora

Como comentaba antes, en mi carrera me he dedicado principalmente al estudio de sistemas de baja dimensionalidad (de dos, una e incluso cero dimensiones). Resulta que en estos sistemas aparece física especialmente interesante, porque los electrones que se mueven entre los núcleos atómicos en esos materiales, como tienen menos dimensiones para moverse, sienten interacciones más fuertes. Como consecuencia, tienden a tener propiedades diferentes a los materiales de volumen (tridimensionales), muchas de ellas especiales.

Después de doctorarme, me dediqué en particular al  grafeno y, posteriormente, también a otros cristales bidimensionales (en dos dimensiones). Este es un campo que surgió en el 2004 con el aislamiento y caracterización de las primeras monocapas de grafeno y por el que le dieron el premio Nobel de Física a Andre Geim y Kostia Novoselov en 2010.

En el pasado se pensaba que no podían existir materiales estrictamente bidimensionales que fueran estables, pero resultó que sí y ahí surgió un campo grandísimo que se sigue estudiando hoy en día. Primero fue el grafeno y luego empezaron a exfoliarse otros cristales bidimensionales de otros compuestos, como el fósforo negro, el nitruro de boro, los dicalcogenuros de metales de transición, etc. A lo largo de los años he hecho bastantes contribuciones en este campo. 

¿Algún trabajo del que estés especialmente orgullosa?

Una de las propiedades que más me ha gustado estudiar es las deformaciones elásticas que se pueden producir en estos cristales. Podemos generar estas deformaciones de muchos modos, colgándolos de sus extremos, pinchándolos con una punta metálica, jugando con la tercera dimensión al plegarlos, enrollarlos, retorcerlos… Otra opción es jugar con el sustrato sobre el que se deposita el cristal, que puede estirarlo o comprimirlo dependiendo de sus distintas características. 

Estas deformaciones de la red de átomos dan lugar a lo que se conoce como campos pseudo-magnéticos locales sin necesidad de someter al cristal a campos externos, que a su vez producen efectos sorprendentes en los electrones del cristal.  Por ejemplo, yo estudié qué le pasa al Efecto Hall Cuántico cuando tienes grafeno plegado. Esto llevó a que la American Physical Society (APS) me invitara a hacer un 'viewpoint' sobre este tema.

Otra forma de manipular la física de los electrones en estos cristales, que ha dado lugar a todo un campo en sí mismo, es la de rotar una lámina respecto de otra. Esto no solo genera deformaciones elásticas, sino todo una clase de estados exóticos de baja energía y la aparición de nuevas fases electrónicas fuertemente correlacionadas. Otro de los trabajos de los que estoy más orgullosa es la predicción que hicimos de la aparición de una red de canales helicales en grafeno rotado.

Todo esto ha sido la primera parte de mi investigación como doctora, pero en la última década me he ido concentrando más y más en el mundo de los materiales topológicos y los estados de frontera que surgen, que están protegidos topológicamente. En particular me he especializado en la búsqueda de modos de Majorana en nanohilos híbridos. Este tema ha sido un 'boom' en la materia condensada porque estas exóticas quasipartículas de Majorana podrían ser la base para construir qubits (bits cuánticos) resistentes ante decoherencia en futuros ordenadores cuánticos. En esto sí que me he hecho muy experta.

Cuéntame qué son esos estados topológicos

El origen topológico de ciertos fenómenos físicos se conocía desde los años 70-80, pero hubo un cambio de paradigma en torno a los años 2000-2010 cuando se vio que las ideas un tanto complejas de la topología podían servir para predecir e incluso diseñar un nuevo tipo de materiales, lo que se conoce como los materiales topológicos. Hubo una serie de propuestas concretas que especificaron cómo crear primero aislantes y posteriormente también superconductores topológicos, y cómo medir sus propiedades topológicas con el tipo de experimentos que ya se realizaban de forma rutinaria en los mejores laboratorios del mundo. Esto supuso una revolución en el campo de la materia condensada, y el Nobel de Física de 2016 para los pioneros David Thouless, Duncan Haldane y Michael Kosterlitz.

Cuando un material desarrolla una fase topológica, resulta que en su superficie aparecen unos estados muy especiales llamados de borde o de frontera. Estos estados están protegidos ante las fuentes de desorden y de decoherencia que en general plagan a los materiales y que hacen que sus propiedades cuánticas, cuando las tienen, no puedan observarse en la práctica. La promesa de los materiales topológicos es que, precisamente por la protección topológica que les otorgan las cualidades matemáticas de su estructura electrónica, puedan preservar este tipo de propiedades ante condiciones más realistas.

¿Y en qué te has centrado tú dentro de este campo?

En particular, nosotros nos hemos centrado en los superconductores topológicos: materiales superconductores que además presentan propiedades topológicas. En concreto, en su versión unidimensional. Y resulta que los estados de borde de estos materiales son lo que se conoce como modos de Majorana.

Majorana fue un físico de partículas que, la verdad, tiene una historia muy interesante, pues desapareció muy joven después de hacer una predicción teórica muy interesante: la de la existencia de los fermiones de Majorana, en 1937. Estas partículas elementales aún no se han descubierto de forma experimental, pero se conjetura que hay cierto tipo de neutrinos, y quizás otras partículas, que podrían ser de fermiones de Majorana.

Ése es el mundo de la física de partículas y de altas energías. Lo interesante ahora es que podemos bajar al mundo de la materia condensada, y encontrar un tipo no de partículas elementales o libres, sino de cuasi-partículas en sólidos, que están descritas por la misma ecuación de Majorana. Las cuasi-partículas son un tipo de partícula efectiva que aparece dentro de los materiales y que está compuesta por un electrón y el conjunto de sus interacciones con los otros electrones y los núcleos de la red de átomos de un sólido. Pues bien, si tenemos un material topológico, por ejemplo un nanohilo híbrido superconductor-semiconductor, en su fase topológica, emergen unas cuasipartículas ligadas a los bordes del hilo, los llamados modos de Majorana. Estos modos siempre aparecen a pares, es decir, hay uno en cada borde o terminación del hilo.

En cierto modo podemos pensar en estos dos Majoranas como medio fermión cada uno o, en otras palabras,  podemos imaginarlos como un fermión que se ha “partido” o “desdoblado” en dos, y cada mitad se ha ido a un extremo del hilo, muy lejos de la otra mitad. Esto es lo que se llama un fermión no-local. Es esta no localidad la que le confiere propiedades topológicas a los modos de Majorana. Cada Majorana (o medio fermión) está protegido ante ruido local o decoherencia en tanto y en cuanto esté separado de su otra mitad por la longitud del nanohilo. Cuando el hilo no es suficientemente largo, y los dos Majoranas se aproximan, de tal forma que empiezan a solapar, entonces esa cualidad mágica de la topología se pierde, y los dos Majoranas se aniquilan uno al otro, desaparecen (como le pasa también a los fermiones de Majorana, que al juntarse se aniquilan porque son su propia anti-partícula). Cuando estos modos de Majorana se predijeron, y precisamente por estas propiedades que comento, enseguida se conjeturó que podrían usarse como qubits de un futuro ordenador cuántico protegido topológicamente.

En 2010 hubo una propuesta concreta de cómo ingenierizar un superconductor topológico unidimensional con materiales que ya se conocían y estaban disponibles en algunos laboratorios del mundo. La idea fue precisamente usar nanohilos semiconductores cubiertos por un superconductor convencional, y someter este combo a un campo magnético externo. Cuando el campo magnético fuese suficientemente fuerte, este hilo híbrido debería atravesar una transición de fase cuántica a una fase topológica, y deberían aparecer en sus extremos modos de Majorana en el medio del gap superconductor. Esta propuesta creó una gran conmoción en la literatura, precisamente por su aparente sencillez y por la promesa de poder medirse pronto en los laboratorios. En el 2012 hubo el primer experimento sobre este tema, que obtuvo una serie de medidas que en principio podían ser compatibles con la presencia de estos modos de Majorana en el borde del hilo.

Hay toda una comunidad de científicos que llevamos analizando todos los pormenores de estos hilos durante la última década. Tratamos de desentrañar tanto teórica como experimentalmente todas las propiedades de estos sistemas, y de los distintos dispositivos experimentales que se diseñan para poder medirlos, y que nos permitan demostrar sin lugar a dudas la existencia de estos modos de Majorana. Esta aventura ha sido muy rica e interesante, entre otras cosas porque nos deparaba sorpresas por el camino, como el hecho de que existen una serie de modos cercanos a energía cero que se comportan de forma muy parecida a los modos de Majorana, pero que no lo son, son electrones triviales. Los llamamos en el campo cuasi-Majoranas, o falsos Majoranas. Pero tienen la habilidad de mimetizar casi perfectamente varias de las propiedades de los verdaderos Majoranas cuando se miden con experimentos locales. En el año 2020 escribí junto con mis colaboradores un review invitado sobre este tema en Nature Reviews Physics, del que estoy muy orgullosa.

Este es vuestro último descubrimiento, que habéis publicado en Nature

Exactamente. Este último artículo que hemos publicado, porque ya hemos hecho varios trabajos en este tema, es una colaboración teórico-experimental que hemos realizado los teóricos del ICMM (Pablo San-Jose, Ramón Aguado y yo) con el grupo experimental de Georgios Katsaros de Austria. La gracia que tiene este trabajo es que, por primera vez, se combinan dos técnicas experimentales distintas para detectar Majoranas en el mismo dispositivo, es decir, aplicadas al mismo nanohilo híbrido (en vez de aplicar las distintas técnicas por separado a nanohilos distintos, como se viene haciendo en la literatura). Al hacerlo, nos llevamos la sorpresa de que si una de las técnicas te daba un resultado compatible con la existencia de Majoranas, como ya se había medido en otros artículos, la otra técnica lo desmentía. Es decir, no daban resultados compatibles entre sí sobre la existencia de Majoranas. Y por supuesto, si un nanohilo tiene modos de Majorana, los distintos tipos de medida que se hagan sobre el mismo dispositivo deben darte resultados compatibles con la presencia de esos Majoranas. 

Nuestro trabajo como teóricos fue entender y explicar cómo era esto posible, que una técnica te demostrase aparentemente que había Majoranas, pero la otra no. Propusimos un modelo teórico microscópico compatible con los resultados experimentales que, sin entrar en demasiado detalles, está basado en la idea de los falsos Majorana, cuasi-partículas que se parecen o que se comportan como los verdaderos Majoranas en determinadas circunstancias, pero en otras no, porque no lo son de verdad. 

La metáfora del rockstar

Sí, esa es la forma pictórica y graciosa de describir esto. Un verdadero Majorana, como una estrella del rock, nunca abandona el escenario aunque el público le abuchee o se vaya. Sin embargo, a un Majorana falso, como a un rockero impostor, en cuanto se complica la situación se baja del escenario y se le ve el plumero.

Nuestro trabajo en este campo durante los últimos años ha sido precisamente entender de forma muy exhaustiva los muchos efectos físicos que juegan un papel en nanohilos híbridos realistas, es decir, en condiciones experimentales reales, y que van mucho más allá de la propuesta inicial idealizada. He aprendido muchísimo, y ha emocionante porque hemos descubierto mucho fenómenos inesperados que han sido bonitos a la par que relevantes para el campo.

¿Se llegará a la computación cuántica?

En lo que se refiere a la aplicación de estos hilos híbridos en computación cuántica, lo que hemos descubierto como comunidad es que el sistema real es bastante más complejo de lo que parecía al principio o de lo que nos hubiera gustado. Desafortunadamente existen estos cuasi-Majoranas, entre otros problemas, que complican la detección, primero, y luego la posible manipulación de los verdaderos Majoranas.

Pero ojo, esto no significa que no se pueda o no se vaya a conseguir. Creo que vivimos en una época en la que pretendemos que haya resultados positivos y aplicaciones en seguida. Esto no sólo sucede en física, sino en todas las ciencias, como por ejemplo en medicina. Y esto en el fondo es muy malo, porque se crean expectativas irrealistas y porque la realidad no funciona así. Todo lo bueno lleva su tiempo. Estos sistemas tienen un gran potencial, y con las mismas, requieren de una gran inversión en talento humano, en trabajo y en tiempo.

Quiero hacer notar que hemos avanzado muchísimo desde que comenzamos a investigar estos hilos. Sabemos por ejemplo qué es lo que falla, por qué no hemos podido todavía demostrar la existencia irrefutable de estos modos de Majorana. Ojo, no digo que no haya Majoranas en algunos de los experimentos que se han hecho, sino que no se ha demostrado sin lugar a dudas. Sabemos por ejemplo que el mayor problema es que estos hilos híbridos no son lo suficientemente limpios o libres de defectos e impurezas.

Este desorden da lugar a cuasi-Majoranas y a otros efectos indeseables a la hora de poder crear la fase topológica o de que los verdaderos Majoranas se puedan desarrollar adecuadamente (con un minigap topológico suficientemente robusto). Es decir, es un problema, en principio, resolubre, pero que lleva inversión y esfuerzo. Primero, es un problema de los crecedores de los materiales, que tienen que conseguir mejorar sustancialmente la calidad de los hilos y de las interfaces entre los distintos materiales. Y posteriormente, es un problema de fabricación de dispositivos, puesto que los experimentales tienen también que ser capaces de contactar estos hilos a los aparatos de medida de nuevo sin introducir desorden, y posteriormente, ser capaces de combinar varios hilos entre sí y generar estructuras multi-hilo para poder hacer qubits y operaciones sobre qubits basados en ellos. En este sentido, ahora mismo el campo de los qubits topológicos basados en modos de Majorana necesita un salto cualitativo en la calidad de los materiales.

Desde el punto de vista profesional, ¿esto te frustra o te motiva?

Mi opinión es que a este campo todavía le queda, tenemos muchas cosas que decir. El conocimiento que ya hemos adquirido nos ha permitido por ejemplo proponer nuevos sistemas relacionados, donde también se puedan generar Majoranas, pero que presenten ventajas en cuanto al desorden respecto de los nanohilos. Por ejemplo, se pueden crear hilos unidimensionales efectivos en heteroestructuras semiconductoras bidimensionales (quantum wells), que son más limpias y escalables. Esto ya se ha empezado a hacer experimentalmente. También se pueden combinar los semiconductores-superconductores con materiales ferromagnéticos, para evitar la necesidad de aplicar campos magnéticos externos. Esto también se ha empezado a estudiar experimentalmente recientemente. 

Es decir, vamos aprendiendo y eso nos lleva a ideas nuevas, que a lo mejor funcionan o la o mejor no, pero que de nuevo son la semilla de otras ideas… Así hasta que consiga el material o dispositivo ideal. Yo soy optimista al respecto. Pero por supuesto, si el entorno nos pide resultados inmediatos, o sólo considera como resultado válido el generar un qubit y no todo el conocimiento colateral, o se popularizan ideas falsas o difamatorias sobre el campo (que esto está sucediendo), pues entonces dejará de haber financiación y esto hará que los investigadores se descorazonen y decidan dedicarse a otra cosa. 

Yo en particular querría dedicarle unos años más a este campo. Eso sí, en casi todos los temas llega un momento en el que el trabajo de los científicos fundamentales se acaba y se convierte más en un trabajo de ingenieros. Ése es el momento de irse. Nosotros, cuando sentimos que un tema ya no da más de sí, o se convierte en incremental y no nos emociona, saltamos a otro campo y tan ricamente. Como físicos teóricos tenemos esa facilidad, esa libertad. Es un poco más complicado para los experimentales, pues las inversiones que hacen en equipos, infraestructuras, tiempo, les impide cambiar tan rápidamente o tan completamente de tema. En mi caso, yo ya estoy empezando a mirar y fantasear con otros temas.

¿Algún campo en mente?

En realidad una siempre tiene varios proyectos a la par, y yo ya trabajo en otros campos. Hay ideas y estamos en ello, pero sinceramente, ahora mismo no he visto otro tema que me fascine tanto.

Es interesante que uses la palabra 'fascinar', es muy bonito

(Ríe). Sí, creo que la manera en la que los físicos, así como otros investigadores, nos guiamos para avanzar en ciencia es a través de temas que nos parezcan fascinantes. Te metes en temas porque son nuevos y desafían lo conocido. Nosotros siempre estamos buscando problemas que vayan más allá de lo que ya es terreno conocido. Ese es nuestro trabajo, en lo conocido ya no tenemos nada que decir.

Claro, para vosotros como físicos fundamentales

Sí. Nosotros nos dedicamos a descubrir, digamos, las nuevas tierras, los nuevos mundos. Luego los demás las explotarán, los ingenieros, los tecnólogos, los comerciales... Los investigadores de ciencia básica siempre estamos buscando estar en el límite del conocimiento, en la cresta de la ola. Por eso nos movemos con ese criterio, el de la novedad y lo fascinante.

Es la esencia de la ciencia, no perder la capacidad de sorprenderte, seguir siendo como niños pequeños

Exacto, siempre estamos en esa tesitura. Nuestro estado natural, para bien o para mal, es buscar problemas que no comprendemos y que nos desesperan hasta que empezamos a arrojar un poco de luz sobre ellos. En este sentido es muy emocionante y también doloroso. Estás siempre enfrentándote a lo desconocido y a aquello para lo que todavía no tienes armas con las que atacarlo y, en cierto modo, te tienes que dar un montón de cabezazos contra una pared que no se mueve.

Como tu premio fue a talento joven femenino, tenemos que preguntar por la ciencia y la mujer. Da rabia, en 2022, seguir teniendo que preguntar esto, pero parece necesario

Estoy absolutamente de acuerdo contigo. Pienso que este tipo de premios o de acciones para visibilizar el trabajo de las mujeres es desgraciadamente necesario. Me explico. Es necesario porque el trabajo y la participación de las mujeres en este tipo de campos es relativamente reciente (ha habido mujeres muy importantes a lo largo de la historia, pero siempre casos aislados, heroicos, no ha sido una normalidad). La mujer estaba sometida a una serie de estructuras sociales que no le hacían posible acceder y, si accedía, que pudiese reclamar su autoría o luchar en igualdad de condiciones. Evidentemente hoy en día estamos super bien en comparación con el pasado, pero todavía es una lucha, porque para que esto sea algo normalizado no tendríamos que estar hablando de ello. No tendría que ser especial. Tendríamos que venir a trabajar y que no importase un comino si eres hombre o mujer.

Leyendo tu CV me llamó la atención que marcas tus bajas maternales, algo que he visto en otros CV de investigadoras pero no de hombres. ¿Es también una reivindicación de que no trabajabas en ciencia pero estabas haciendo otras cosas?

Exactamente. Y si un hombre se coge la baja debería ponerlo también. Yo he puesto mis bajas por maternidad y también mis bajas por enfermedad. Debería ser una cosa de la que se pudiera hablar sin sorpresa. Son cosas de la vida.

Por eso decía que estas iniciativas son importantes, porque todavía es necesario visibilizar el trabajo de las mujeres, para que se reconozca al mismo nivel que el de los hombres y, sobre todo, para que otras mujeres vean que es posible y se sientan inspiradas, impelidas. Con las mismas digo 'desgraciadamente', porque es un fastidio tener que estar continuamente con esta cantinela. Yo, como mujer, me siento muchas veces aburrida. A ver si pronto podemos dejar de hablar de este tema.

¿Y crees que pronto se podrá dejar de hablar de esto?

Buena pregunta. Define pronto (risas). Posiblemente hagan falta décadas para que haya una normalización completa... y eso si no hay ningún retroceso. Y eso hablando del mundo occidental, pero miras a lo ancho del mundo y la situación es otra. Es un tema complejo. Ahora bien, pensar en estar en una constante reivindicación durante años a mí me produce un hastío muy grande. Yo cada vez que entro por las puertas del instituto no voy pensando 'soy una mujer’, sólo pienso que soy Elsa, lo que quiera que eso sea.

¿Tu firma es E. Prada?

Yo firmo como Elsa Prada. Tomé la decisión precisamente para no esconder que soy mujer. Es posible que haya científicas que tomen la decisión de no hacerlo por miedo a ser menos citadas por ser mujeres, y que conste que pienso que este miedo puede ser legítimo. Es como J.K. Rowling, la autora de Harry Potter. Yo recuerdo pensarlo en su momento y decir 'me niego a esconder mi nombre, quiero precisamente visibilizar que la calidad de mi trabajo, sea la que sea, está asociada a esta persona'. Yo no me considero una mujer científica, me considero una persona científica que resulta que es mujer, igual que resulta que soy española, no sé si me explico.

¿Has notado alguna discriminación?

Si te soy sincera, no. O, si la ha habido, mi cerebro ha optado por no registrarla. Más bien te diría que en el entorno científico en el que me he movido, siempre me he sentido muy apoyada e impulsada precisamente por ser mujer, especialmente por mis colegas masculinos. Eso sí, algunas veces he hablado con otras científicas y me han señalado situaciones de discriminación que han sufrido. Me refiero a cosas de tipo del techo de cristal, no a abusos explícitos. Y tenían razón, y yo posiblemente me he encontrado en situaciones similares, pero me he negado a vivirlas de esa forma. En estos últimos tiempos, sin embargo, todos nos estamos haciendo más conscientes de las discriminaciones que existen, incluida yo misma, se están visibilizando, reivindicando. Y es entonces  cuando yo he tomado conciencia de una manera un poco agobiante, la verdad, de que soy mujer en ciencia, y de que existe una lucha legítima. Pero como te decía, estoy deseando que se pase ya esta fase y podamos ser todos simplemente colegas científicos.